Lo nuestro se acabó: Santiago 4:4



La carta de Santiago es una de las que contiene una de las expresiones más fuertes del Nuevo Testamento. Tal vez la más fuerte está en el capítulo 4 verso cuatro en el que acusa a los cristianos de ser "adúlteros". Aunque no creo estrictamente necesario definir la palabra, si creo que para el propósito de este escrito debo hacerlo. El ser adúltero es ser infiel a un compromiso voluntariamente adquirido. El compromiso al que me refiero es a un compromiso de pareja, a un pacto entre dos personas.
Según el contexto de este verso 4, Santiago está exhortando a los cristianos a estar siendo "amiguitos" de todo aquello que desagrada a Dios, el mundo. Juan también, en su primera carta, nos enseña que todo lo que viene del mundo es contrario a Dios, y ahora Santiago reprende a los cristianos a no ser amigos de este mundo. Para Santiago, cuando los cristianos somos amigos (phileos, palabra en el original griego) del mundo somos, infieles a nuestra relación con Dios. En otras palabras, cuando los cristianos mantenemos amistad con el mundo, su filosofía e intereses, estamos siendo infieles a Dios y el mundo es nuestro amante.
Podemos ser caraduras. Le somos infieles a Dios y esperamos llegar a casa a darle un beso y un abrazo como si nada estuviera pasando. ¿Qué pasaría si Dios un día nos recibiera con la noticia de que ya no se aguanta esta situación y nos dijera, "Lo nuestro se acabó"? Por que si de algo debemos estar seguros es que Él es un Dios santo, justo y perfecto y por lo tanto no se puede jugar con su corazón. ¿Tanto menospreciamos nuestra relación con Dios que estamos dispuestos a serle infieles una y otra vez? ¿Estamos tan ensímismados que creemos que podemos burlarnos de Él sin consecuencias? Bajémonos de la nube y entendamos de una vez por toda que su gracia no es de caucho para yo hacer lo que quiera.
Si Ud. es como yo, le ha sido infiel y ambos deberíamos estar de rodillas en este momento pidiéndole perdón. El pasaje de Santiago no termina con esta fuerte y certera acusación, por misericordia de Dios, continúa. Unas palabras más adelante el texto dice, "pero Dios da mayor gracia". Indicándonos que la oportunidad para el perdón sigue abierta. Si reconocemos con humildad nuestra infidelidad a Él y nos arrepentimos recibiremos perdón y podremos, de nuevo, restaurar nuestra relación con Él. Pero si por el contrario, continuamos en nuestra soberbia, seremos resistidos por Él. Pues Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.
Así qué, el llamado es a todos los adúlteros espirituales como yo, y pidamos perdón, arrepintámonos y vayamos a sus brazos pues si nos acercamos a Él, Él se acercará a nosotros y podremos seguir viviendo nuestro idilio de amor.

Luis Guillermo Sánchez