Amor - Juan 15:13



“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”
Juan 15:13

Los cristianos hablamos mucho acerca del amor, nos referimos a él casi con la misma frecuencia que la Biblia lo hace. Citamos pasajes de la Biblia, hablamos de ellos y recurrentemente llegamos a 1 Corintios 13. Sabemos que el amor no es un sentimiento, que es una decisión y vemos el ejemplo en el amor de Cristo por la humanidad al decidir morir por nosotros. Todo esto es bueno, sin embargo, no sirve de nada si el amor que decimos conocer no lo vivimos realmente en nuestra vida.
Jesús dijo que el mundo conoceríamos que somos sus discípulos por el amor que hubiera entre nosotros (Juan 13.35), pero como ya lo sabemos, Jesús no se refería a simplemente un abrazo, una sonrisa o pasar un tiempo agradable con los demás cristianos. Jesús más adelante explica claramente a que se está refiriendo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”
Estas palabras de Jesús con frecuencia “taladran” nuestra mente y nos incomodan al pensar en dar la vida por alguien. Pensamos que es una demanda demasiado exigente y que es tan solo una figura literaria usada por Jesús, pero la verdad es que Jesús no está diciendo ninguna metáfora, lo que Jesús está diciendo es literal y Él es el mayor ejemplo de esto.
Jesús no se refería tan solo al hecho de morir por alguien (aunque debemos estar dispuestos a hacerlo), sino a entregar nuestra vida, nuestro tiempo, nuestro talento, nuestras manos, etc... Parece mucho, sin embargo, muchas veces es suficiente con que demos un poco de nuestro tiempo para orar por alguien, con que prestemos nuestros oídos para escuchar a quien está pasando alguna dificultad, con que nos dejemos usar por Dios para compartir la Palabra, con que usemos nuestras manos para bendecir a nuestros hermanos. ¿Demanda sacrificios? Claro, esa es la parte de morir y entregar nuestra vida por los demás, sin embargo, a pesar del sacrificio y las incomodidades tendremos la satisfacción de poder ser canales del amor de Dios.

Juan Carlos Ocampo