Humillaos para ser exaltados por Dios - 1 Pedro 5:6



“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios,
 para que él os exalte cuando fuere tiempo”

1 Pedro 5:6

En los últimos tiempos ha surgido una moda de “Realities” en los medios televisivos. Vemos realities de todo, de cocineros, de mecánicos, de superheroes, de actores, de inventores, de novias... como decía, literalmente de todo.
¿Por qué hay tanto boom con los realities? Creo que la razón principal, radica en el hecho de que todos los seres humanos queremos tener cierto grado de reconocimiento o fama. Miles de personas hacen filas que duran días tan solo con el hecho de tener la oportunidad de aparecer en la televisión y ser reconocidas a nivel nacional.
A veces este deseo de ser reconocidos no solo se manifiesta en realities, sino que tambien lo mostramos en nuestra casa, barrio, trabajo o iglesia. Nos exaltamos a nosotros mismos con el afan de que los demas nos vean como un referente, un ejemplo, o una autoridad, pero lo hacemos solo con el afan de satisfacer nuestro orgullo. Sin embargo, la Biblia nos muestra que este no debe ser el caso de los cristianos, los cristianos no debemos buscar exaltarnos, sino humillarnos.
La humillación nos fastidia a todos, no nos gusta sentirnos inferiores a otros. Todos los seres humanos dicen ser humildes, pero igualmente se ufanan de esto. Pero el cristiano es diferente, la Biblia nos dice que debemos humillarnos, pero “bajo la poderosa mano de Dios”, no debemos buscar exaltarnos y elevar nuestro nombre, sino someternos a Dios, humillarnos ante Él reconociendo quienes somos, sujetandonos a Su voluntad y “echando toda nuestra ansiedad sobre Él”, así exaltaremos y daremos gloria pero solo a Dios. ¿Qué pasará con nosotros? Si yo me humillo bajo la mano de Dios, finalmente el nos exaltara en el tiempo exacto mostrando claramente la obra de Él en nuestra vida y estaremos tranquilos “porque el tienen cuidado de nosotros”
¿Qué haremos entonces? ¿Exaltarnos a nosotros mismos o humillarnos bajo la mano de Dios? Recordemos que finalmente es nuestra decisión.

Juan Carlos Ocampo